Hay una verdad ineludible, y que tantas veces pasamos por alto, y es que, sin el cuerpo, no estaríamos aquí. El cuerpo es lo que envuelve nuestra alma, un vehículo que forma parte de nosotr@s y por tanto sería necesario agradecer que lo tenemos. Gracias a él la vida se despliega en cada un@, y es por él que la vida sigue y la consciencia se expande.
Nuestro cuerpo habla de nosotr@s, de nuestro mundo exterior y de nuestro mundo interior. El cuerpo se comunica con nosotros constantemente. Nos manda señales de aviso ya sea para mostrarnos que algo no funciona o que sí funciona. El cuerpo vive siempre en el presente y es un recurso muy valioso si queremos conectar con él, aquí y ahora.
De ahí, la importancia de poner consciencia en el cuerpo. Nuestro cuerpo es nuestra casa, el espacio en el que habitamos.
El cuerpo físico, nuestra dimensión física, es la concreción, la materialización y la manifestación de nuestra dimensión energética, y a su vez de nuestra dimensión mental y emocional… Todas ellas están interconectadas entre sí. Cada dimensión está ligada con el resto, interaccionando y funcionando entre si formando una unidad, un “universo”.
El cuerpo lleva a cabo una bioquímica, que va a regularlo, siendo una gran indicadora de como está el mismo. Esta bioquímica hace referencia a las reacciones químicas y procesos metabólicos que se llevan a cabo en nuestro cuerpo, a través de nuestras células. En el interior de ellas se encuentran los componentes esenciales que hacen posible que los organismos se desarrollen adecuadamente y cumplan con sus funciones indispensables: respiración, nutrición, reproducción, etc. Por tanto, es importante asegurarse que dicha bioquímica se encuentra en óptimas condiciones. Cuando estos procesos se ven alterados o afectados se desencadenan anomalías en nuestro cuerpo. Estas alteraciones pueden ser dadas por una inadecuada alimentación, entre otras causas, ya que no sólo nos nutrimos con los alimentos, también lo hacemos con lo que escuchamos, con lo que miramos, con lo que decimos o nos decimos, lo que nos dicen, lo que pensamos… y lo que todo ello nos hace sentir.
Nuestro cuerpo compuesto de millones de células inteligentes, se agrupan y trabajan de forma coordinada, para que se mantenga vivo. Además, tienen un campo electromagnético que guarda información y graba información actual, a su vez transmiten información; por todo ello podemos concluir la importancia que tiene para el alma, que es la que le inyecta la vida. Si amamos nuestro cuerpo, lo conocemos, lo aceptamos tal como es y aprendemos a escuchar sus mensajes, devolviéndole a su estado de armonía natural, permitiéndole que cumpla la función para la cual se nos fue dado, estará en total sintonía con el alma.
Las células son los componentes básicos de todos los seres vivos y hacen posible la vida; brindan estructura al cuerpo, absorben los nutrientes de los alimentos, convirtiendo estos nutrientes en energía. Las células necesitan energía para transportar, crear y descomponer moléculas. Todas las interacciones moleculares dejan un rastro en “la memoria” de las células condicionando las futuras interacciones de éstas.
Cada célula contiene material genético (ADN y ARN), y cada una evoluciona, puede cambiar, procesa y transmite constantemente información. Las células son testigos experienciales de todo lo vivido, alojándose en “memorias celulares”, y no sólo de nuestra vida sino también la de nuestros ancestros. Esta memoria hace que de una u otra manera condicione nuestras vidas, atrayendo experiencias, repitiendo programaciones (automáticas e inconscientes) acordes con la información que hay en ellas de forma heredada o adquirida.
Las células son sustentadas por la energía y realizan unas emisiones de luz, llamadas “biofotones” por el científico Fritz Albert Popp[1], que conforman un sistema de comunicación interno, es decir, estas emisiones biofotónicas son la comunicación celular, articulando literalmente un lenguaje de luz (este científico logro comprobar que todos los seres vivos emiten luz). Otro científico, confirmó que las emisiones biofotónicas intervienen en algún tipo de información celular. Este sistema de comunicación se correlaciona con el nivel de salud del organismo y ciertas enfermedades pueden identificarse por patrones de emisión caótica o desordenada.
Con este párrafo anterior, la ciencia confirma que la energía y la luz sostienen la información de la célula y la comunicación de dicha información de una célula a otra. De aquí, la importancia del balance energético de nuestro cuerpo, si e está equilibrado en el organismo permite mantener un estado de salud adecuado.
En definitiva, el cuerpo que tenemos cada un@ de nosotr@s en el presente, es el resultado de la información que han procesado, guardado y transmitido nuestras células y más allá.
Mas allá porque no sólo se queda en lo meramente físico sino en la energía que lo conforma, lo integra y da vida. Energía que está impregnada en cada célula y emitida por cada una de ellas. Por tanto, desde nuestra mirada holística necesitamos comprender sobre el funcionamiento integral del ser y entenderlo como un sistema en el cual está interrelacionado e interconectado tanto lo físico, lo emocional, lo psíquico-mental y lo energético-espiritual.
Es necesario atender nuestra energía desde la intuición, es decir, a través de una lectura intuitiva sobre la escucha y el sentir a nuestro cuerpo en cuanto a la información que nos pueda mostrar nuestra propia energía. Un desbalance energético repercute en nuestro organismo, quizás posiblemente por la desconexión que tenemos con nuestro propio cuerpo y por el desconocimiento de cómo funciona nuestra propia energía. Los factores que pueden estar interviniendo a ese desbalance podrían ser: los pensamientos intrusivos, destructivos, desagradables e inquietantes que sabotean nuestra dimensión mental; las emociones más densas como puede ser el miedo, el enojo continuo, la frustración, la culpa, la desconfianza, la inseguridad, etc…,las cuales desequilibran la dimensión emocional; el descuido a nuestro cuerpo físico por falta de cuidados, mala alimentación, poco descanso, adicciones etc… y los bloqueos energéticos derivados por desequilibrios en las anteriores dimensiones y por la propia ignorancia de la energía.
Para que el equilibrio y el balance se refleje en la salud óptima de nuestro cuerpo físico pasa por el autoconocimiento, la consciencia y la conexión con nuestro propio ser en todas sus dimensiones.
Una frase que resume en cierto modo gran parte de lo dicho es:
“Cada célula es un sistema solar y cada sistema solar es una gran célula. Nuestro cuerpo es un microuniverso dentro de un macrouniverso”.
[1] Según este científico, el origen de estos fotones almacenados en las células, son del Sol y de los alimentos que consumimos y coincide con el premio Nobel Albert Szent-Györgyi, quien teorizó que la energía fundamental que llamamos vida es en realidad un circuito eléctrico que une al Sol con todos los organismos de la Tierra.


